lunes, 31 de marzo de 2008

Juan Carlos I: un capitalista muy respetuoso

Alejandro Ruiz

Si Felipe González, en su “visita cordial” a Caracas, hubiese convencido a Hugo Chávez de que permitiera la venta de la telefónica Cantv al magnate mexicano Carlos Slim(1), seguro que el rey Juan Carlos no hubiese mandado a callar al presidente venezolano. Porque, sin duda alguna, Juan Carlos es muy respetuoso con sus amigos y sus negocios.



Porque si algo ha aprendido ese muchacho que en 1955 paseaba con su hermano y su padre en un bote alquilado, es a transformarse en un rey muy respetuoso; tanto que hasta un yate propio le obsequiaron. Perdón, dos yates(2).





Qué su familia participe en negocios diversos y contrate con el Estado Español: el rey respeta la iniciativa de su familia, aunque él sea el Jefe de Estado.






Qué ciertas empresas españolas logren contratos de autopistas y aeropuertos en países de tradición monárquica o que el rey visita regularmente: el rey respeta el libre comercio, aunque sea bajo su influencia.





Qué un banquero le mantenga dos cuentas secretas en un banco intervenido por fraude: el rey respeta la discreción de sus colaboradores, aunque vayan presos.





Qué algunos de sus amigos y compañeros de escuela hayan sido enjuiciados por negocios turbios: el rey respeta a sus amigos, aunque sean mafiosos.





Qué el petróleo pueda ser un mejor negocio para el reino que la esclavitud colonial: el rey respeta la diversificación de oportunidades del mercado, aunque le salpiquen comisiones ilegales.





Qué la privatización de la basura de Caracas siga nutriendo a consorcios de la nobleza española: el rey respeta la autonomía de algunos alcaldes venezolanos, aunque irrespete al Presidente.

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Notas

(1) El ex presidente del Gobierno español visitó el despacho presidencial de Hugo Chávez el 29 de junio de 2006, sin motivo aparente. Al final de la reunión de cinco horas, Felipe González declaró a la agencia española EFE: "Hemos hablado de todo (…) en una conversación muy abierta y franca". Para la fecha estaba en discusión autorizar una importante negociación de acciones de la privatizada -en 1991- empresa telefónica Cantv, en manos de un consorcio estadounidense. El gobierno de Hugo Chávez no permitió la operación, cuyo principal interesado era el mexicano Carlos Slim, y meses después decidió renacionalizar la empresa de telecomunicaciones, al comprar el Estado venezolano las acciones mayoritarias.

(2) El último yate del rey está valorado en 28 millones de dólares (unos 18 millones de euros). Fortuna III es el nombre -muy apropiado- del obsequio que financiaron empresarios españoles del turismo, de la banca y de la construcción. La embarcación dispone de 7 camarotes, tiene 42 metros de eslora y puede alcanzar hasta 130 km/h de velocidad. Nada parecido al bote alquilado en el cual el joven Juan Carlos dio un paseo con su hermano y su padre por el lago Albuferca de Valencia, durante el verano de 1955. Ver nuestro artículo El día que el rey calló a su hermano

sábado, 29 de marzo de 2008

El rey de Franco que desplazó a su padre

Alejandro Ruiz

El dictador Francisco Franco es uno de esos pocos personajes a los que Juan Carlos de Borbón se refería “como su segundo padre”. No es para menos. Bajo su tutela se hizo rey y jefe de Estado, desplazando del trono a su propio padre, don Juan de Borbón.

El pacto de silencio de la “nueva sociedad española” no quiere recordar nada que perturbe la sagrada imagen del rey. Hasta la Página Oficial de la Casa de Su Majestad el Rey (http://www.casareal.es/) miente y pretende borrar la historia.

Allí se lee: “Su Majestad el Rey Don Juan Carlos (...) Por expreso deseo de su padre, su formación fundamental se desarrolló en España”. ¿A qué viene esa aclaratoria? Muy simple, es conocido que Franco asumió la educación del príncipe como un asunto de Estado, y fue él quien decidió que estudiara en España bajo su tutela y orientación, desde que cumplió los 10 años de edad.

Más adelante, la Web Real señala que fue “Designado sucesor a la Jefatura del Estado en 1969”. Así de sencillo. Para nada dice quién lo designó. ¡Que desagradecidos!, al no mencionar a “su segundo padre”. Tampoco menciona que ante esta designación su padre, don Juan de Borbón, lo confrontó y le recordó que él era el heredero del trono y que se reservaba el derecho de revocar, en lo formal, cualquier decisión de Franco.
Para entender el fenómeno de la monarquía de Juan Carlos de Borbón es necesario indagar en la historia del franquismo. ¿Por qué, cuándo y cómo Franco decide sustituir a don Juan de Borbón del trono y promover a su hijo Juan Carlos? Vale la pena recurrir nuevamente al historiador e hispanista Paul Preston, y ver los hechos desde su libro Franco “Caudillo de España” (Editorial Grijalbo Mondadori, 1998).

El 31 de marzo de 1947 llegó a casa de los Borbón el ministro Carrero Blanco, mano derecha de Francisco Franco y redactor de la Ley de Sucesión, que se aprobaría ese mismo día, para informarle a don Juan de Borbón que con esta Ley sería Franco quien nombraría al monarca del reino “cuando lo considere conveniente”. Además, le comunicó a don Juan -heredero del trono- que podría “ser Rey de España, pero de la España del Movimiento Nacional, católica, anticomunista y antiliberal…”.

Después de ese día -relata Paul Preston en su libro de 1.043 páginas- don Juan de Borbón y sus consejeros se inclinaron a “reforzar sus lazos con la oposición antifranquista de izquierda. El 7 de abril de 1947, don Juan hizo público el Manifiesto de Estoril, en el que denunciaba la ilegalidad de la Ley de Sucesión que se proponía alterar la naturaleza de la monarquía sin consultar ni con el heredero del trono ni con el pueblo. Franco, Artajo y Carrero estuvieron de acuerdo en que don Juan se había eliminado a sí mismo, a partir de ese momento, como sucesor adecuado del Caudillo (...); desataron una furiosa campaña de prensa contra don Juan en la que se le juzgaba como instrumento de la masonería y el comunismo internacional”.

Desde el 18 de julio de 1947, como resultado de la Ley de Sucesión, Franco actuaría como el monarca del recientemente proclamado reino de España, considerando que el trono estaba vacante.

EDUCADO POR EXPRESO DESEO DE FRANCO
El futuro de Juan Carlos I se selló el 25 de agosto de 1948, cuando Franco concertó una entrevista con don Juan de Borbón, en su yate, el Azor, en el golfo de Vizcaya. Allí Franco le “manifestó un inmenso interés en que el hijo de diez años del pretendiente [don Juan, quien nunca fue rey], Juan Carlos, completara su educación en España (…) En el fondo, sin embargo, don Juan estaba convencido de que no habría restauración contra la voluntad de Franco”, y accedió bajo la promesa de “que el periódico monárquico ABC podría informar libremente y que se levantarían las restricciones de las actividades monárquicas…”.

Desde ese día, el franquismo sabría que Juan Carlos de Borbón, “por la Gracia Divina de Dios y del Caudillo”, sería rey de España; por encima de su propio padre y de quien se interpusiera. Así, Juan Carlos, nacido y residenciado en Roma, llegó a España el 9 de noviembre de 1948 y fue recibido por Franco en su residencia de El Pardo, donde le dijo que su educación estaría a cargo de un grupo de profesores de firme lealtad al franquismo.

En 1954 el general Franco continuaba orientando personalmente la senda de la educación del joven Juan Carlos de Borbón, después de culminada la secundaria. A pesar de que don Juan le había escrito al “Caudillo”, el 16 de julio de 1954, que ya era hora que su hijo comenzara estudios en la Universidad de Lovaina (Bélgica), Franco orientó su ingreso en la Academia Militar de Zaragoza y después en la Universidad Complutense de Madrid, y unas “pasantías en el arte de gobernar” al lado del dictador español.

En carta a don Juan de Borbón, escribió Franco el 2 de diciembre de 1954: “estimo indispensable que la formación del Príncipe discurra no sobre una parcela física de nuestro territorio, sino dentro de los principios que el Movimiento Nacional [falangista] inspira…”.

En 1956, Franco designa al general Carlos Martínez Campos como tutor del joven Juan Carlos, luego del trágico disparo a su hermano menor Alfonso. A tal punto llegaba la influencia de Franco en la vida del futuro rey de España, que con su aprobación Doña Sofía de Grecia se convirtió en esposa de Juan Carlos de Borbón, en 1962.

CONTRA SU PADRE, SUCESOR DE FRANCO
El 12 de julio de 1969, Franco le comunica a Juan Carlos que sería su sucesor y lo proclamaría rey de España. A la vez le pidió que no informara nada a su padre, hasta que se concretara su decisión en las Cortes Españoles. Don Juan de Borbón se molestó mucho al enterarse de ello, y denunció a “una monarquía que estaba irrevocablemente ligada a la dictadura”. Es decir, su hijo y Franco.

Para tranquilidad de Juan Carlos de Borbón, “en febrero de 1971, el general Vernon A. Walters, segundo jefe de la CIA, visitó Madrid en nombre del presidente Nixon; [le preguntó] al Caudillo qué ocurriría en España tras su muerte. Franco le respondió a Walters que la sucesión de Juan Carlos tendría lugar sin ningún disturbio…”; continúa narrando Paul Preston en su libro Franco “Caudillo de España”, al reseñar las memorias de Walters.

Las huelgas obreras y estudiantiles, la corrupción de los funcionarios, la represión policial y el asesinato de dirigentes de izquierda era lo común en aquellos días. Para el régimen español la convulsión social no era más que una conspiración de masones y comunistas contra el ‘Generalísimo’ y el derecho a la sucesión tranquila de Juan Carlos I.

El 19 de julio de 1974, el dictador de España, gravemente enfermo, firmó la aplicación del artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado para que Juan Carlos asumiera como Jefe de Estado y rey, luego de su muerte. Tal como lo había previsto Franco desde 1948, todo se consumó el 22 de noviembre de 1975. Dos días después de su muerte seguía mandando.

Franco tuvo hasta el poder de instaurar el salto en la línea de sucesión y designar rey a Juan Carlos. Según la tradición monárquica española la sucesión debía recaer en su padre, don Juan de Borbón, tercer hijo y heredero del rey Alfonso XIII. “Dicho salto fue aceptado por el príncipe Juan Carlos, creando un conflicto interno en la Casa Real de Borbón”.

De tal magnitud fue la confrontación que el padre de Juan Carlos dejó de hablarle y le retiró la Cruz de la Victoria, símbolo del Principado de Asturias y del heredero de la Corona española. Y no fue sino hasta el 14 de mayo de 1977 que don Juan de Borbón renunció oficialmente a sus derechos sucesorios y a la jefatura de la Casa Real en beneficio de su hijo Juan Carlos, una vez que hubo constatado la imposibilidad de acceder al trono.

A partir de ese momento, “Su Majestad Don Juan Carlos I de Borbón y Borbón, Rey de España”, también heredaría los títulos de Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Además de Archiduque de Austria.

Así de absurda es la monarquía que, doscientos años después de la Independencia de América, todavía ostenta el título de rey de “las Indias Occidentales”. Por si acaso.-

miércoles, 26 de marzo de 2008

El día que el rey calló a su hermano

Alejandro Ruiz

No tuvo la misma suerte de Chávez el hermano menor de Juan Carlos de Borbón. Al príncipe Alfonso de Borbón no le apuntó con la mano solamente. A él lo calló para siempre. Transcurría la Semana Santa del 29 de marzo de 1956.

Es un hecho lamentable, pero indispensable reseñarlo para demostrar el manto de misterio y reserva sobre aquellos acontecimientos que puedan perjudicar la imagen del rey Juan Carlos. Es tanto así, que usted no conseguirá fácilmente una foto, una referencia periodística o reseña del malogrado hermano, Alfonso de Borbón. Es como si nunca hubiese existido.

La foto del rey y su hermano Alfonso

Es una rareza gráfica ver una imagen del hermano del rey de España. Esta foto es del año 1955, durante un paseo en un bote alquilado en el lago Albufera de Valencia, España. Arriba y en el centro del bote el actual rey Juan Carlos I y su hermano, el príncipe Alfonso (a su derecha); al frente, observándolos, su padre don Juan de Borbón. Un año después, Juan Carlos mataría a su hermano de un disparo en la cara

Como siempre, la gran prensa española y el gobierno franquista trataron de liberar de toda responsabilidad y acusación al elegido por el “Caudillo”, pero los hechos saltaron la barrera de la manipulación. La primera versión difundida señalaba que el príncipe Alfonso se había disparado a sí mismo en la frente limpiando un revólver.

A la censura se sumaron los nobles de España que regularmente visitaban la ciudad portuguesa de Estoril; así como la prensa de Portugal, sometida a la dictadura del derechista general Salazar.

Ante el controversial suceso, es interesante destacar el relato del libro Don Juan Carlos. El Rey de un pueblo, de Paul Preston (Editorial Plaza & Janés, 2003).

Paul Preston no es uno de esos articulistas de farándula de la realeza en la revista Hola. Tampoco se le puede calificar de comunista, antimonárquico o de “chavista”. Paul Preston es un reconocido historiador e hispanista, nacido en Inglaterra, autor de diversas obras de Historia Contemporánea de España, es Doctor en Historia por la Universidad de Oxford, y es miembro de la Academia Británica de Historia.

“El 29 de marzo, Jueves Santo, después de una misa vespertina en la iglesia de San Antonio de Estoril, la familia había regresado a casa. A las ocho y media de la noche, el coche del médico de la familia, el doctor Joaquín Abreu Loureiro, paró en seco a las puertas de Villa Giralda. Según parece, ambos muchachos habían estado en el cuarto de juegos, en el primer piso de la casa, entretenidos en tirar al blanco con un pequeño revólver, del calibre 22, mientras esperaban la hora de la cena. El comunicado oficial distribuido por la Embajada de España en Lisboa sobre la muerte de Alfonso decía: «Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la Santa Comunión». La decisión de silenciar los detalles fue adoptada personalmente por Franco”, describe Paul Preston.

LUEGO LA VERDAD EMERGERÍA
Pronto se revelaría que ese jueves santo, Juan Carlos había matado a su hermano Alfonso, de 14 años, de un disparo en la frente, con su revólver calibre 22 que le había regalado Francisco Franco. Para la fecha de la tragedia el futuro rey de España contaba con 18 años de edad y un año de instrucción militar en la Academia General Militar de Zaragoza. Todo fue un accidente.

La propia madre de Juan Carlos y Alfonso, “Doña María de las Mercedes -continúa Preston- dio a entender tiempo después que Don Juan Carlos, jugando, había apuntado el arma hacia Alfonsito y, sin saber que la misma estaba cargada, había accionado el gatillo. En parecidos términos, parece que el propio Don Juan Carlos confesó a un amigo portugués, Bernardo Arnoso, que él había apretado el gatillo sin saber que el arma estaba cargada…”.

En otro pasaje de su libro Don Juan Carlos. El Rey de un pueblo, Paul Preston explica cómo las relaciones familiares se deterioraron irremediablemente.

“Don Alfonso [el malogrado hermano menor] recibió sepultura en el cementerio de Cascais, al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Don Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado allí con un avión militar español en el que el Príncipe [Juan Carlos] fue devuelto a Zaragoza”, por orden de Franco, obviamente.

“Don Jaime de Borbón, hermano de Juan de Borbón y tío de Juan Carlos y Alfonso, exigió, en su calidad de jefe de la Casa de Borbón, que se abriera una investigación al respecto para depurar la responsabilidad del príncipe Juan Carlos, al considerar que tal suceso podía afectar a la línea sucesoria, que no llegó a ninguna conclusión. Este hecho afectó mucho emocionalmente a su madre, Doña María de las Mercedes de Borbón, que estaba presente durante el accidente y tuvo que recuperarse en una clínica alemana a causa de depresiones (…) porque se creía responsable por haber dejado a sus hijos jugar con el arma, para evitar que, aburridos en un atardecer lluvioso, siguieran peleándose”.

¿Homicidio culposo? Lo menos, irresponsabilidad de parte de Juan Carlos de Borbón, quien con sus conocimientos de armas, puesto que cursaba en la Academia Militar de Zaragoza, y con 18 años de edad “jugaba semejante juego” con su hermano menor.-

domingo, 23 de marzo de 2008

La sagrada imagen del rey contra Chávez

Alejandro Ruiz

En la actual España y en el mundo, la imagen del rey Juan Carlos de Borbón, construida por los sectores dominantes de la sociedad y por sus medios de difusión masiva, es la de un hombre casi sagrado, bonachón, ejemplo de familia, correcto como ciudadano y gobernante.

Nada se puede decir del rey y la familia real sin su consentimiento. Por eso tanto revuelo cuando algo fuera de lugar ocurre. Por eso tanto escándalo cuando en Chile evidenció su talante soberbio ante Hugo Chávez y luego ante Daniel Ortega. En vivo y en directo.

Mientras el rey mandaba a callar a Chávez, en ese mismo mes de noviembre de 2007, un juez de la Audiencia Nacional Española condenaba al dibujante y al guionista de la revista humorística El Jueves, fundada en 1977, por ofender al príncipe Felipe con una caricatura. Según destaca el periodista de Rebelión, Carlos Martínez, el argumento del Fiscal Miguel Ángel Carballo fue que “los hechos juzgados «ofenden simultáneamente» a la persona y a la institución (…) «si nosotros no respetamos a nuestros propios símbolos e instituciones, ¿cómo los van a respetar en el extranjero?». En este sentido, Carballo ha hecho referencia a la reciente Cumbre Iberoamericana y se ha planteado cuál sería la reacción de los españoles si en Venezuela se realizaran manifestaciones similares contra el Rey tras el incidente con el presidente venezolano, Hugo Chávez” (www.rebelion.org/, 14-11-2007).

Al final, el periodista español Carlos Martínez expresa en su artículo: “A pesar de que en Venezuela no han condenado a ningún caricaturista por dibujar a Hugo Chávez, a pesar de que Venezuela el jefe del Estado es elegido por el pueblo, aún a pesar de todo eso, tenemos que aguantar a toda hora, en todos los periódicos y en todas las frecuencias de hercios de España que Chávez es un dictador y Venezuela es una dictadura. Y doy fe que cuando se contradice esa ‘verdad oficial’ se paga un alto precio”.

Y digo más. En contraste, el gobierno venezolano -sensible ante ese chantaje de la dictadura- permite que un humorista de la radio en Caracas insinúe matar a Chávez con un revólver, y no pasa nada. Sucedió el lunes 12 de noviembre de 2007, a las 12:55 pm, en la emisora radial 93.5 FM Melodía Estéreo. El conductor del programa diario “Una hora y parte de la otra”, el humorista Rolando Salazar, excelente imitador de Hugo Chávez y otros personajes; dijo, al manifestar su desacuerdo con la reforma constitucional y el presidente venezolano, que había que “aplicarle lo que los juristas llaman el artículo Mágnum 357”. Y luego tarareo cantando: “y algo bueno vendrá”. Sin comentarios.

Ante el insultante “¿por qué no te callas?” del rey, los grandes medios de difusión masiva cerraron filas a favor del monarca, incluyendo a los antinacionales medios privados en Venezuela. En su desesperación antichávez, la agencia española EFE, por ejemplo, desató una campaña inquisidora que los llevó a difundir noticias absurdas como ésta:

“La comunidad española en Venezuela ofrece muestras de apoyo al Rey" (titular)
"Caracas, 13 de noviembre. Miembros de la comunidad española en Venezuela han mostrado su apoyo al Rey Juan Carlos por las críticas que recibió del presidente venezolano, Hugo Chávez (…) Sin embargo, al cierre de esta edición la plaza Altamira de Caracas no reunía al grupo de españoles tal y como estaba previsto, sino más bien a algunos miembros chavistas. Al parecer, según el fotógrafo de la agencia Efe destacado en la zona, no había presencia de miembros de esta comunidad”.

Resulta que sectores opositores convocaron a la comunidad española residente en Venezuela a manifestar su apoyo al rey Juan Carlos ofendido por Chávez (esa es la matriz de opinión) y la propia agencia EFE reconoce que “no reunía al grupo de españoles tal y como estaba previsto, sino más bien a algunos miembros chavistas”. A pesar de ello, titula sin pudor alguno: “La comunidad española en Venezuela ofrece muestras de apoyo al Rey”. La verdad es que de 300 mil españoles y canarios residentes en Venezuela sólo acudieron 126 personas a la realista “Marcha de las Antorchas”.

Ahora bien, existen tres aspectos en la vida de Juan Carlos de Borbón que son innombrables, más que un tabú dentro y fuera de España. Y sólo para demostrar que el rey no es esa figura que se ha vendido durante décadas, y que los consorcios mediáticos quieren presentar como el “ofendido por el tirano Chávez”, es que mencionamos: cómo mató a su hermano el príncipe Alfonso; cómo el dictador fascista Francisco Franco lo educó y designó rey de España, por encima de su padre don Juan de Borbón; y cómo amasó una fortuna con ciertos negocios y buenos amigos. Porque en esencia la confrontación es por defender intereses económicos transnacionales.-

Publicado originalmente en el blog el 21-11-2007

Chávez y el rey: Una fábula real

Alejandro Ruiz

Había una vez… Un rey que mandó a callar a un gobernante de un país que “por la gracia divina de Dios” fue colonia de su reinado por 323 años, hasta que dejó de serlo en una batalla de cañones, lanzas y espadas.

--¿Cómo se atreve este insolente a reclamar algo a nuestro reinado? -pensó el monarca.
Y moviendo su blanca mano izquierda de sangre azul, lanzó su infalible conjuro para dejar sin habla al zambo atrevido, de sangre roja, como el común. Pero, ante la sorpresa de todos, no funcionó.
--¡Haz algo, di algo ya! -espetó a su paje de turno que le acompañaba.

Como impulsado por un resorte, el paje socialista saltó al debate para defender el honor y los negocios del reino:
--¡Exigimos respeto a nuestros fascistas y a nuestras empresas expoliadoras! -exclamó el paje, con un incomprensible acento neoliberal.

La tristeza embargó al rey al ver que la insolencia continuaba. Desconcertado, con la cara enrojecida de rabia, se retiró de esa reunión con los ex súbditos, cuando un indio centroamericano tuvo la osadía de llamar incompetente y explotadora a una empresa privada del reino.
--Usted, Su Majestad, -dijo el indio de Nicarahua- ¿recuerda?, me llamó desde China para interceder por esa empresa.

Había sido demasiado bochorno para un rey. Mientras se alejaba, murmuró con nostalgia imperial:
--Nada es igual que antes, ¿qué se han creído estas gentes? Se olvidan que si tienen alma es porque los Señores Reyes nuestros gloriosos progenitores así se lo reconocieron.

Cansado de tanto esfuerzo se retiró a sus aposentos, y a solas comenzó a recordar parte de su real vida, mientras miraba los proyectos de autopistas.

Hasta aquí esta versión, que no es un cuento de hadas. Luego veremos otras historias.-

Publicado originalmente en el blog el 21-11-2007